sábado, 31 de enero de 2015

Endulzamos, liberamos con suspiros

Si el espíritu se liberase,
La derrota no me invadiría,
Ni la aflicción se enardecería.
La existencia nos ata a la tierra,
Sembrada hondo se encuentra,
El alma sensata endulza sus labios con flores.

Si el colibrí escapase fugaz,
El prójimo sería absuelto,
Pronto lo adverso resuelto.
Ceñimos nuestros tocados,
Esparcimos ricas ofrendas,
Las alas se despliegan al suspirar con regocijo.

Si el aliento de vida abandona,
Hallaría sosiego en mi templo,
Calma al contemplarme al espejo.
El hombre ha echado raíz,
Cosecha vanos cultivos,
Atiza la hoguera del porvenir que agoniza.

Si hubiese de morir mañana,
Con la daga en el pecho decreto,
Con el corazón en la mano sostengo:
Me deleitará el canto de las aves al viajar a lo incorpóreo,
Me extasiarán perfumes mientras me adentro en lo etéreo,
Me tornaré uno con todo cuando penetre en lo eterno.

Fernando Guízar Pimentel

sábado, 11 de enero de 2014

Flor de muerte


Afligido espero las flores
Yo, Tochtlichicáhuac
Yo os digo, amigos míos
Que el aroma de ellas embriaga.
¡En verdad os lo digo!
Escuchadme, ¡oh príncipes!
¡Os lo digo en verdad!

Repletas llegan las barcas,
Rebosantes de flores,
Bañadas por el rocío del monte.
Mas no alegréis del todo,
No alegréis vuestros corazones:
El capullo más preciado entre ellas
¡Ha de traer vuestra ruina!
Al abrir sus corolas
¡Vuestra ruina ha de traer!

No os embriaguéis con su aroma,
Amigos míos, príncipes.
No os regodéis con su esencia,
Pues os inundará de penas.
Contemplaréis un albor de desdicha:
¡Ha de haber muerte aquí!
Entonaréis cantos de aflicción
¡Muerte ha de haber aquí!

Fernando Guízar Pimentel

viernes, 8 de junio de 2012

Guerra en nosotros

Antiguos enemigos cicatrizan sus heridas
Su sangre que hierve los incita,
Su furia candente los impulsa,
Recrudece su impiedad.
El silencio quebrantado resuena por la llanura
Las flores del sepulcro se pudren,
Hasta tornarse polvo se marchitan.
Añejas disputas resucitan del abismo
Incontenible es su desenfreno,
Incontenible es su voracidad.

Ensañados enemigos acechan día tras día
Reducidos a sombras deambulan sedientos,
Entre la maleza aguardan ocultos,
Amargo es el veneno que vienen a esparcir.
El espesor del bosque les encubre el rastro
El rencor corroe sus entrañas,
La rabia inunda sus corazones:
Dispuestos vienen a arrancar raíz,
Dispuestos vienen a infligir dolor.

El frescor de la mañana aguarda apacible,
La pureza del estanque intacta, inmaculada.
Máscaras rotas yacen regadas en senderos pedregosos,
Los verdaderos semblantes se vislumbran entre la niebla.
El manto de los cielos atestigua en vigilia con sigilo,
La finura de sus azulejos adorna aún incorrupta.
La nube de penumbra se cierne sobre el valle,
Mortal filo de obsidiana se desliza en nuestras almas.

Fernando Guízar Pimentel