Si el espíritu se liberase,
La derrota no me invadiría,
Ni la aflicción se enardecería.
La existencia nos ata a la tierra,
Sembrada hondo se encuentra,
El alma sensata endulza sus labios con flores.
Si el colibrí escapase fugaz,
El prójimo sería absuelto,
Pronto lo adverso resuelto.
Ceñimos nuestros tocados,
Esparcimos ricas ofrendas,
Las alas se despliegan al suspirar con regocijo.
Si el aliento de vida abandona,
Hallaría sosiego en mi templo,
Calma al contemplarme al espejo.
El hombre ha echado raíz,
Cosecha vanos cultivos,
Atiza la hoguera del porvenir que agoniza.
Si hubiese de morir mañana,
Con la daga en el pecho decreto,
Con el corazón en la mano sostengo:
Me deleitará el canto de las aves al viajar a lo incorpóreo,
Me extasiarán perfumes mientras me adentro en lo etéreo,
Me tornaré uno con todo cuando penetre en lo eterno.
Fernando Guízar Pimentel